CESTERO
Artesana/o que realiza piezas ornamentales u objetos utilitarios como cestos, esteras o muebles, mediante procedimientos de entrecruzamiento de fibras vegetales, o bien, de aduja. Estas personas, que dependiendo de la cultura pueden de preferencia ser hombres o mujeres, poseen conocimientos técnico-estéticos aprendidos en el seno de la familia o la comunidad, con los cuales llevan a cabo un proceso complejo de producción que consistente básicamente en la recolección de la o las fibras, generalmente conseguidas de la flora silvestre del entorno, la preparación de dicho material y el modelado de objetos siguiendo pautas prefijas y recurrentes.
La cestería es un gesto universal de la cultura y, por lo tanto, las expresiones cesteras en Chile son tan variadas como las culturas que la practican y los materiales que intervienen. Entre los materiales que encontramos asociados a la cestería, podemos contar la ñocha (Eryngium paniculatum)', mimbre (Salix viminalis), chupón o quiscal (Greigia sphacelata), junquillo (Scirpus holoschoenus), quilineja (Luzuriaga radicans), boqui (Cissus striata), totora (Typha latifolia) y la introducida manila o pita verde (Phormium tenax).
Las actuales tradiciones cesteras en Chile devienen de diversas culturas. Entre las más antiguas se haya aquellas provenientes de pueblos prehispánicos emplazados en ecosistemas cuya flora ha proveído abundante fibra vegetal para el cultivo de esta técnica. Entre las tradiciones más arcaicas se hallan las cesterías en aduja de los pueblos kawasqar y yagán. En ambos casos se trata de prácticas con antecedentes del paleolítico. Ambas tradiciones consisten básicamente en diversos tipos de contenedores y recipientes realizados en fibra de junquillo. Muchas de estas piezas de hacen en la actualidad pero con propósito comercial, principalmente como souvenir ofrecidos a turistas y visitantes que eventualmente recorren o visitan el extremo austral del continente.
La cestería en junquillo también está presente en el pueblo chilote, pero mediante la técnica de entrelazado. Con este material se ha desarrollado un gran número de piezas utilitarias, como cedazos, yoles, canastas y canastos. Junto a las piezas utilitarias, en el último medio siglo se ha desarrollado una profusa imaginería sobre la fauna local y la temática mitológica propiamente chilota, la que en gran medida se ha sustentado en el uso del junquillo. Las figuras más recurrentes son colibríes, pajaritos, gallinas y las representaciones del Trauco, la Pincoya, la Voladora, la Fiura y otras entidades de la mitología local. parte importante de este tipo de producción obedece a un proceso relevante de innovación sucedida en Chiloé a mediados de la década de 1960, cuando INDAP introdujo en Chiloé un proceso de renovación del diseño con figuras zoomórificas, sobre la base de conocimientos y la técnicas preexistentes. Esta innovación afianzó la oferta para el turismo floreciente que trajo consigo la zona franca de las décadas de 1960 y 1970. Pero si la artesanía en junquillo es importante, también la cestería chilota contempla el uso de otras fibras como la ñocha, el quiscal y la manila, con las cuales se realizan similares cestos empleando generalmente técnica de aduja. Otras fibras empleadas son el boqui pil pil y la quilineja, con la cual se realizan cestas y figuras decorativas mediante técnica de entrelazado.
Una importante cestería posee también la nación mapuche en general la cual le aporta a Chiloé gran parte de su tradición, a través de la cultura huilliche. Si bien en hay notables expresiones cesteras en boqui y junquillo, una de las técnicas más desarrolladas es la aduja. En su cultivo destacan localidades que poseen una cestería de elevada depuración, expresada en la confección de tiestos y contenedores realizados principalmente asas de pasto de coirón entorchadas en ñocha. Entre los centro de importancia podemos destacar la cestería de Huentelolén y Hualqui, ubicadas al sur de Concepción en los faldeos de la costera cordillera de Nahuelbuta. Si bien la cestería de Hualqui es tributaria de la cestería mapuche, ésta incorpora decoraciones de pequeñas zonas de color y secciones donde la aduja se descontinúa, intercalando vanos o micrisecciones abiertas. En estos centros se confeccionan principalmente costureros, cestillos y canastos, paneras, individuales y centros de mesa. No obstante, la artesanía en ñocha realizada en esta zona se ha visto afectada negativamente, tras la plantación indiscriminada de bosques de pino insigne, hecho que ha destruido en ecosistema del bosque nativo en que crece la ñocha.
Entre las diversas tradiciones cesteras que posee Chile, se cuenta la importante presencia de la artesanía en mimbre, la cual en algunos casos se constituyen en importantes centros productivos. El más destacado de la zona central es Chimbarongo, ubicado las proximidades de San Fernando. Esta localidad se ha caracterizado por su producción de artículos de mimbre, siendo desde hace mucho tiempo el mayor centro chileno de maestros mimbreros. Una de las causas de la proliferación de esta práctica en dicho lugar, fue la abundancia de materia prima que crecía silvestre en los campos colchaguinos. Pero fue tanta la explotación de este recurso que actualmente ha sido necesario organizar plantaciones de mimbre, para poder satisfacer demanda de la gran cantidad de artesanos que usan las varillas de este árbol en la fabricación de muebles, canastos, pantallas de lámparas, servilleteros, paneras y todo tipo de cestos ornamentales o decorativos.
Más al sur encontramos, en la región de Biobío, otro importante centro cestero: Liucura. Allí se produce un tipo de cestería en paja de trigo que, al igual que el mimbre, tiene una evidente ascendencia hispana. Esta artesanía, que diverge de la tradicional cestería de influencia indígena, utiliza paja de trigo entrelazada mediante dos maneras: tramado o entrecruzado de asas de trigo, formando superficies en damero; asas de trigo trenzado. Con ellas se confeccionan cestos, costureros y canastitos de estructura geométrica, decorados con vivos colores.



CHINCHINERO
Personaje popular que puede ser definido como un percusionista-bailarín, el que comúnmente acompaña al organillero para desplegar una secuencia de danzas populares, que estuvieron de moda en la primera mitad del siglo XX. Realiza su danza en lugares públicos como plazas, bulevares,Para este propósito el chinchinero se acompaña de un bombo o chinchín, instrumento que va colgado a la espalda y con el cual realiza figuraciones rítmicas al tiempo que baila.
Antecedentes: Con el paso del tiempo, el organillero fue evolucionado a expresiones de mayor complejidad. A partir de la década de 1930 algunos organilleros, o bien personas allegadas al gremio, comenzaron a acompañar rítmicamente algunos de los ocho temas que contiene el cilindro de un organillo, continuando una costumbre que era practicada por organilleros en Alemania. Tras algunos años de práctica, algunos bombistas comenzaron a improvisar algunos pasos de baile, siempre con el instrumento a la espalda y siguiendo el ritmo de la música. Algunos géneros musicales fueron más apropiados que otros para este tipo de baile y fue así como se consagraron la cueca, el vals y el foxtrot como los ritmos más concurridos. Con el paso de los años el bombista se transformó en un bailarín consumado y muchos de ellos han llegado a ser, además, depurados percusionista. La formación de nuevos bombistas trajo consigo la filiación de dúos y tríos que mejoraron el nivel del espectáculo callejero. Durante más de 80 años el bombista se ha transformado en el inseparable compañero del organillero, llegando a ser un personaje popular muy querido por el público. Actualmente, al bombiste de antaño se le conoce como el chinchinero, nombre o apelativo onomatopéyico que se o habría dado la folclorista Margot Loyola en 1972, durante la puesta en escena del Primer Festival de folclore de esa comuna, tras la presentación de este personaje.

COMPONEDOR DE HUESOS
Persona de géneros masculino o femenino que practica técnicas para el tratamiento de traumas óseos, articulaciones y musculares, como fracturas menores, zafaduras, contracturas, dislocaciones, desviaciones y otras afecciones similares. Sus saberes son adquiridos por herencia traspasada de otros componedores, o bien, por autoformación. Poseen conocimientos empíricos acerca de la anatomía humana y los modos de reacomodar en su posición correcta huesos desconchabados, ligamentos y tendones adyacentes de extremidades superiores y/o inferiores, como también del tronco. Las técnicas son variadas: algunas consisten en tirar con energía desde el extremo caudal la extremidad afectada. También trabajan con aplicación de calor, técnicas de inmovilización, masajes para descontracturar y aplicación de hierbas, sea en emplastos o infusión.
Los componedores, junto a machis, parteras, quilliris, yatiris, meicas, kallahuallas y otras prácticas, constituyen un sistema de medicina informal y tradicional presente en la totalidad de las culturas rurales del país. Así es posible encontrar componedores en las diversas culturas autóctonas que habitan en el territorio nacional, como también entre comunidades campesinas en el norte chico, zona central y Chiloé. Este oficio es extensión de las prácticas de los antiguos curanderos que antaño prestaban asistencia curativa en los campos, antes que se extendiese el servicios público de asistencia médica, mediante postas y centros policlínicos rurales.
